Hubo un momentoen mi vida en el cual me saturé. No quería acostarme con otra desconocida con quien no sentía comodidad de dormir a su lado, a pesar de haber estado dentro de ella momentos antes.
Tinder es un arma de doble filo para quienes tenemos problemas con los limites. Me dio acceso a un número de mujeres que nunca hubiese sido capaz de seducir,ni siquiera conocer, en tan poco tiempo y con tal facilidad. Fue tanto así que tuve que esforzar mí no muy buena memoria para no equivocarme con los nombres. Fueron un par de meses en los cuales la variedad y cantidad de mujeres que conocí, con las cuales hablé y tuve buenos y malos momentos me hicieron saturarme de energías y humores.
Yo, la persona más escéptica del mundo, de repente me sentía absolutamente abrumado por la energía sexual impregnada de tantas y tan variadas mujeres. Comenzaba acreer que este mundo es más que materia, sino también espíritu, sustancia,energía.
El sexo es una actividad que implica una gran confianza y compromiso de partede cada uno de los involucrados. Tu dejas que la otra persona invada tu cuerpo,lo toque, lo acaricie en búsqueda de placer, y a cambio recibes lo mismo (es lateoría). Siempre me ha fascinado esta dinámica, y me he cuestionado innumerables veces sobre su vulgarización y culpa que trae consigo para quienes fuimos educados como cristianos.
¿Cómo es posible que se nos dé un cuerpo con tantos receptores nerviosos únicamente puestos allí para darnos el privilegio de dar/recibir placer, peroque se nos arrebate su uso mediante culpas y acusaciones?
Nunca le había encontrado sentido.
Después de estar estos meses viviendo una fantasía (el acceso abundante y diverso de mujeres y sus cuerpos) entendí que cada vez que tocamos a una nueva persona, estamos involucrando más que nuestro cuerpo, toda una serie de experiencias, sensaciones, deseos, temores, repulsiones y sentimientos, que, afalta de otra palabra, llamaría esencia.
Entendí que nuestra esencia, como un término casi espiritual, revela quienes somos y que queremos, hasta instancias que jamás sospecharíamos: ¿Por qué megusta lo que me gusta? ¿Por qué quiero esto y no otra cosa? El problema nace cuando nos hayamos confundidos con nosotros mismos (es decir, la mayor partedel tiempo) y pretendemos sobrecargar nuestros sentidos con un placer que solo ligamos a nuestra parte material, corpórea.
Yo estaba saturado de este desequilibrio, no solo mío sino de las mujeres conlas que había estado. Cada persona tiene su historia, sus sentimientos y sus emociones.
Me volví hipersensible a ella que, como un hedonista, me sobresaturé de placer:si bien no le veía ya sentido a iniciar un nuevo proceso decortejo-seducción-propuesta-acto-despedida, era casi una necesidad que tenía. Descubrir un nuevo cuerpo, ser capaz de conquistar a esta nueva persona para hacerla desnudar de nuevo frente a mí. Era mi misión.
Me saturé y fui consiente que tenía que parar porque sencillamente no buscaba placer por el placer mismo sino por la necesidad y lacostumbre. Me convertí en un autómata que no encontraba el disfrute del sexo como siempre lo había buscado, sino que necesitaba cada vez más y en mayor cantidad, no así en calidad.
Vino entonces la desintoxicación: retomar mis hobbies, reencontrarme con viejosamigos, trazarme metas ambiciosas.
No fue fácil puesto que, al haber establecido un hábito y una metodología, para mí era sencillo recaer. De repente luchaba dentro de mí para no activar actos que conllevaran a presentar una situación de seducción si la persona con la que estaba no le tenia un mínimo de cariño y respeto previo.
Ahora era más consiente de mis límites y de las preguntas que quería resolver.
¿Qué había sido esa sensación de estar cargado con mala energía de otras personas? ¿Cuáles habían sido los detonantes de tantas y tan existenciales dudas sobre mí y mi esencia? ¿Había algo mal en mí, era un enfermo sexual? ¿Porqué tantas mujeres parecen infelices y cohibidas de expresarse con naturalidad en un ambiente tan privado con las relaciones sexuales?
Eso fue lo que me llevó a escribir