Allí estaba ella,en esa estación de Transmilenio, esperándome. Era más pequeña de lo que pensaba, lo cual de inmediato me excitó.
Mi debilidad son las mujeres bajitas, entre 145 y 155 cm.
Habíamos chateado en Tinder, ella había tomado la iniciativa. Educada,imaginativa, divertida. Una delicia.
No hablaríamos mucholas siguientes horas.
Ya había visto mi verga erecta en las fotos que le había enviado, diciéndome quese moría por estar ahí, sentadita, simplemente sintiendo como llenaba cada espacio que antes había estado vacío en su caliente y mojada, pero sobre todo pequeña, vagina.
Salimos,caminamos, hacia frío. La abracé para que se sintiera bien, entre nosotros ya había una complicidad que me permitida darme esas libertades con quien hasta hace unos minutos era una perfecta desconocida. Apenas lograba ver su amplia sonrisa en la penumbra de una noche en la calle 51.
Entramos a un bar, la música estaba muy fuerte. Salimos del bar.
Entramos a un pub, mucho mejor. Oscuridad análoga a las cervezas que tomabamos,oscuras.
La noche, los susurros, el alcohol en mi sangre, la pareja que se comía a besos apenas a dos mesas de distancia. Cuando volví del baño no podía ocultar la erección que me provocaba con solo mirarla, ella lo notó. Tomé mi tiempo para sentarme, simplemente me paré allí, frente a la mesa y frente a ella, un par de eternos segundos donde apenas podía respirar, mientras ella se mordía sus labios de ver mi pene, acomodado hacia mi derecha llegando casi hasta el borde de mi cadera, bajo mi pantalón de paño gris.
Me senté, nos besamos sintiendo la delicia que es sentir besar a alguien por primera vez, tomé su cabeza y disimuladamente jalé su pelo. Mi miró, sonrió y me mordió la boca.
Estaba sentada de lado, así que, al bajar mi mano por su espalda, sintiendo ese culo firme que le daba jugar squash, según me contó, pude seguir a su entrepierna. Estaba tan caliente que pensé durante un nanosegundo que era su celular que había estado mucho tiempo con la pantalla encendida. Acaricié su vulva con dos dedos, para sentirla.
No había mas que decir.
Tomamos un taxi.
Estabamos cerca de la zona de moteles de la 63, donde pedimos al tconductor que nos llevara. Ella se recostó contra mi yo la veia de reojo mientras acariciaba su espalda, su cola y sus piernas.
Me gutaba su temperatura, me sentía muy comodo en ese momento.
Por ahi lei que no es el sexo lo que nos gusta, sino el amante, y eso era evidente con ella. No podria decir exactamente porque, pero estaba muy comodo en su presencia.
Así, llegamos al motel, abrazados como dos novios, pidiendo una habitación.
"Rato o amanecida", "jacuzzi o sencilla", preguntas tan secas y vulgares que suspenden temporalmente el erotismos.
Entramos y cerramos la puerta. Ella recorrio el lugar con su pequeña figura deslizandose a traves del espacio, sonriendo con esa sonrisa amplia. Su pelo negro ondulaba mientras ella pasaba con sensaulidad sus manos sobre la cama, la silla erótica, los espejos.
Dejo su larga chaqueta en una silla mientras yo hacia lo mismo con la mia, en el perchero, se tiró a la cama riendo lo cual me excitó.
Si debo confesar algo muy intimo, es que la risa femenina me excita, una mujar pasandola bien mietras la hago reir es el mayor afrodisiaco.
Comenzamos a besarnos en medio de risas complices, quitandonos la ropa. Apenas contenia me respiracion cuando desabotoné su blusa y vi un brasier de lenceria negra que enmarcaba sus pequeñas pero firmes tetas, adornadas por unos pezones café carnosos, completamente duros que se marcaban en la tela.
Ella lo notó, y me dijo con su aterciopleada voz:
"te gustó? porque hacen juego abajo"
Eso me dio aun mas fuerzas para agarrarla por el pelo mientras la besaba, ya habia leido que el sexo iba a ser duro y los besos suaves. Abrió mi camisa y lamio mi pecho y mi abdomen para finalmente poner su mejilla sobre el bulto que formaba mi verga bajo el pantalon. Desde alli me miraba con esa sonrisa, tan hermosa, tan tierna, tan sexy.
"Esta hirviendo, me encanta" me decia mientras se frotaba como un gato contra mi. Desabrochó mi cinturón y bajo mi cremallera. Introdujo su mano en mi boxer blanco y saco mi pene.
Su pequeña mano apenas podia rodearlo y ella habia cambiado su animo. De la alegre y animada chica, ahora estaba muy seria, examinando palmo a palmo mi verga mientras la frotaba por su cara, por sus labios.
Estaba deseoso de ver su boca mamarmelo, pero tambien queria terminar de desnudarla. Asi que con fuerza a aparté, sintiendome tan arrecho por ver a esa damita (si, exactamente asi la podria definir) con el torso semi desnudo sobre la cama, donde su pantalón de paño enmarcaba unas caderas definidas.
Quité su pantalón de suave tela y entonces descubrí dos cosas: que no me mentía cuando me dijo que su ropa interior hacia juego, y que su culo era una de las cosas mas deliciosas que hubiera visto y tocado.
Era, a falta de otra palabra, perfecto para mi gusto. Un poco mas grande del promedio, con dos nalgas redondas y firmes, trabajadas con el deporte. Ya sabia que podia ser algo duro con ella, asi que le di una nalgada mientras ella estaba en cuatro que marcó su piel ligeramente morena.
Soltó un gemido entre el placer y el dolor que seria el primero de muchos de ese tipo que tendría en la noche.
Golpeé su otra nalga, mas por el morbo que me produjo escucharla. agarraba con fuerza ese culo, estaba extasiado.
Así, mientras continuaba en cuatro, pase mi mano por su entrepierna. La tela de su ropa interior estaba completamente mojada y se veia espectacular desde mi punto de vista. Frote un poco mas el dorso de mi mano contra su sexo para mojarme yo también. Luego, tomando cada extremo de la tanga que envolvia su cadera con los dedos de mis manos, fui deslizandola.
Lo hacia como quien desammarra con delicadeza un moño de regalo, dejando que la tela acariciara su culo mientrs bajaba.
La bajé hasta un punto que dejaba ver su vulva y ahi la dejé. Estaba tan mojada e hinchada, absolutamente deliciosa que hizo agua mi boca.
Tome su culo con ambas manos y asi, mientras ella seguia en cuatro, pasé mi lengua saboreando se sexo.
Un largo y suave gemido acompañó el momento.