Hace algún tiempo, tuve un renacer laboral que me trajo una inesperada abundancia económica y personal. Trabajaba en algo en lo cual era muy bueno y me gustaba asi que era bastante feliz.
Sin embargo, ese trabajo era demandante y me ubicaba en una zona industrial alejada en la ciudad. Allí trabajaba casi exclusivamente con hombres.
Terminaba muy cansado para salir con mis amigos y no estaba entablando nuevas relaciones con mujeres atractivas de mi edad.
Esa mezcla de una cada vez más reducida vida social y sexual y una abundancia monetaria me llevó a lo que llevaría a cualquier adulto joven: un interminable,si bien cómodo, aburrimiento.
Había escuchado las fantásticas historias de amores fugaces y no tanto que promovía Tinder. Una red social para tirar, qué maravilla.
Sin más, elegí mis mejores fotos. Debo admitir que me guie por videos enYouTube donde te dicen que tipo de foto elegir y que descripción poner para tener más éxito en ese mercado persa.
Tinder es la última frontera en la objetización de la gente y no podríamosestar más felices, si somos honestos. Tinder cambio el desarrollo de relaciones interpersonales de carácter sexualpara todos y lo hizo en nuestras narices, sin que nos diéramos cuenta, tal comolo hice Facebook.
¿Alguien recuerda la vida antes de Facebook/Instagram/WhatsApp?
Tinder me abrió la puerta a algo que deseaba: tenía un verano considerable queno daba espera y necesitaba una persona con la cual poder hablar, crear química suficiente para sentirme cómodo desvistiéndome frente a ella.
(Es que no hay nada más incomodo que ese momento en el que tienes jeans demasiado entubados y se pierde el erotismo al pelear contra ellos tratando dequitártelos…)
Terminé por configurar mi perfil y comencé el ritual de darle “me gusta” a aquellas mujeres que estaban en el mismo plan que yo, enviando a la izquierda a las que no meparecían lindas (o me parecían raras, peligrosas o ambas).
Los primeros días fueron decepcionantes.
Pensé que sencillamente yo no tenía el sex appeal que pensaba tener y que ninguna de las que veía mi perfil le gustaba lo que veía.
La ansiedad crecía cada vez que abría la aplicación solo para darme cuenta que nadie había correspondido a mí. Como cuando esperas ese mensaje que nuncallega.
Un día, mientras trabajaba, llegó la notificación: alguien me encontraba atractivo.
Revisé y era una muchacha linda de una buena universidad, que parecía interesante según sus fotos.
Decidí hablarle al llegar en la tarde a la casa. Al terminar ese día, tenía varias más muchachas de perfiles similares con quienes había dado “match”
Me gané la lotería, pensé.
Salude una a una, haciendo énfasis en algo particular de sus fotos o de sus descripciones: estaba siguiendo al pie de la letra los tutoriales en youtube sobreTinder.
No todas contestaban.
No todas las que contestaban parecían particularmente dispuestas a hablar perolas que lo hacían sabían del arte de chatear.
Pasó apenas una semana entre eso y mi primera cita con una de ellas. La llamaremos Paula (nombre cambiado, obviamente).
Paula era médico, lo cual de inmediato me llamó la atención, porque si hay personas que saben para que es cada parte del cuerpo son los médicos. De 27 años, pequeña, delgada, pero con un muy buen cuerpo. Una sonrisa siempre dibujada y su pelo ondulado.
Nos encontramos y fuimos a un pequeño café a conocernos. De inmediato supe que sería una gran cita.
Hablamos sobre el mundo y sus hipocresías, sobre la manía de los italianos deponerle tomate a todo (siendo el tomate un producto americano).
Ella tenía algunas historias de decepción y éxito en la app. Yo fui sincero,porque ella era mi primera cita ahí. Dijo que le encantaba bailar así que decidimos ir a perrear a un bar que me gusta.
Era clara la química que surgía entre ambos, que nos llevaba a rosar la punta de nuestros dedos, a abrazarnos fuertemente de la cintura.
Un par de cervezas, un par de canciones donde la multitud y la música nos llevaba a pegar nuestros cuerpos fue la excusa perfecta para decidir que sería una noche de sexo, porque ambos estábamos buscando lo mismo.
Tomamos un taxi a la zona de moteles más cercana, pedimos una habitación y condones, muchos condones. Ella se burló de mi porque pensaba que los pedía solo por mostrarme insaciable con ella. Hablaríamos de eso luego.
Pusimos algo de música, nos desvestimos el uno al otro. Me impresionaba lo blanco de su piel y lo firme de su cuerpo, como tocaba mi cuerpo con su boca, que recorría centímetro a centímetro mi piel.
Estábamos en un modo salvaje e insaciable, donde solo tocar al otro provocaba estremecimiento profundo. Me encantaba como se veía de espaldas, como tocaba sus senos mientras yo le hacía sexo oral y como me miraba mientras yo se lo hacía a ella.
“Métemelo ya” fue la frase que usó para invitarme a estar con ella, a lo cual yo accedí gustoso.
Me senté en elborde de la cama y ella sobre mí me abrazaba. Saltaba sobre mi provocándome consu cuerpo y me apretaba con los movimientos de Kegel de su cuerpo. Era en extremo placentero. La puse en cuatro, la puse arriba y la puse abajo y a mi lado
Llevé el control de las relaciones que tuvimos a lo que ella respondía con total sumisión y placer. Lo hicimos toda la noche, como lo habíamos prometido.
En la mañana, después de tener de nuevo sexo, me contó que muchos hombres parecían no desempeñarse bien en la cama por miedos o por cobardía. Me contaba sobre un novio que tuvo que contaba para retrasar su orgasmo, otro personaje que le pedía permiso antes de hacer cualquier movimiento, y otro que confundía el dominio fuerte con la violencia gratis.
Fue una mañana increíble donde compartimos experiencias sexuales que parecíancalentarnos para disfrutar mas del momento.
Salimos antes del mediodía y la acompañe a su casa, que quedaba cerca a la mia.
Mientras caminaba por mi barrio, pensaba en lo sincera que había sido conmigo y en el porque me había contado tantas cosas de su intimidad.
Esa fue la primera vez que una mujer desconocida hasta hacia menos de un dia se abria tanto conmigo. Fue un patrón que se siguió repitiendo.